La radiactividad puede ser clasificada en dos tipos, uno natural y el otro artificial. Ésta última se presenta cuando hay bombardeo de núcleos atómicos diferentes con partículas que contienen grandes cantidades de energía que hacen posible su transformación en núcleos distintos, lo que es posible gracias a que la energía contenida en las partículas es la requerida podrá penetrar el núcleo provocando inestabilidad por esa razón el núcleo inicia con la desintegración radiactiva. Por otro lado cuando se habla de radiactividad natural, se hace referencia al proceso que se presenta de forma espontánea en donde el núcleo se descompone al mismo tiempo que libera radiactividad y se convierte en un núcleo diferente.
Los orígenes de la radiactividad se remontan hasta finales del siglo XIX, siendo Henri Becquerel un científico oriundo de Francia quien diera con tal hallazgo de manera accidental, cuando se encontraba realizando una investigación sobre la luminiscencia que el cristal de Pechblenda presentaba y el cual se encuentra dentro del uranio. Posterior a esto Marie Curie una científica de origen polaco y de gran importancia dentro de la comunidad de químicos, dio a conocer ante el mundo el término de radicación. Además de ello cabe acotar que Curie en conjunto con su esposo, realizaron diversas investigaciones a partir del descubrimiento de Becquerel.
Con el paso del tiempo se terminarían por descubrir una serie de compuesto que al igual que el uranio poseían radiactividad, un ejemplo de dichos compuestos es el polonio y el radio, siendo el nombre del primero otorgado en honor a la científica Marie Curie por su nacionalidad.