Hacia el año 1711, Francia, Portugal e Italia era de los países que poseían diccionarios, libros en los que recogían información sobre los términos que componían sus lenguas propias, además de establecer normas sobre el uso de estos. España, en vista de esto, decidió poner manos a la obra y confeccionar su propio diccionario; el de la lengua española. Juan Manuel Fernández, hombre con diferentes títulos de realeza, es el hombre que tomó la iniciativa más pronta para la elaboración de la institución, tomando como referencia a la Accademia della Crusca italiana y la Academia Francesa. Después de las primeras sesiones, realizadas en la casa del Marqués de Villena, Felipe V, el rey de entonces, decidió tomarla bajo su amparo.
Con el paso de los años, la influencia de esta se fue consolidando, hasta considerada la máxima autoridad en cuantos a las normas lingüísticas se refiere. Esto lo ha logrado con la publicación y edición periódica del DRAE, o Diccionario de la Real Academia Española, en donde se recogen las definiciones de una gran cantidad de términos y algunas de las reglas más importantes del idioma, además de La gramática, libro en el que se especifican una serie de reglas para la redacción y clasificación de las palabras. Cabe destacar, la RAE, después de la independencia de los países hispanoamericanos, esta instó a la creación de diversas academias nacionales, componiéndose así la Asociación de Academias de la Lengua Española.