La vida monástica es una realidad íntimamente ligada al cristianismo; sus raíces penetran profundamente en la tradición cristiana hasta que llegan al Evangelio mismo . Los primeros monjes vieron en Cristo a su maestro y terminaron el modelo, y trataron de adaptar sus vidas a las exigencias evangélicas, vivirlas según el ideal del desapego total, y el abandono de las ocupaciones terrenales o cívicas y escapar al desierto, a lo que se sintieron llamado.
Para dar forma a su estilo de vida, recurrieron al ejemplo de la primera comunidad cristiana en Jerusalén que, después de entregar su riqueza al colegio apostólico, o distribuida entre los pobres, «vivía en común, perseveraba en la oración y la fracción del pan y ellos no tenía más que un corazón y una sola alma «(Hechos 2.42 y sig., 4.32 ff). De estos modelos, así como de la experiencia de los primeros padres del monasticismo (S. Antonio Abad, v. S. Pacomio, v., Etc.), estaban surgiendo leyes y reglas monásticas.
Agustín de Hipona (354 – 430 dC) fue el primero en elaborar una regla monástica para organizar la vida comunitaria de los monjes agustinos. Sus principales fundamentos son los siguientes:
Los monjes deben vivir en comunidad, compartir sus bienes y fomentar una atmósfera fraternal entre los miembros de la comunidad,
Una parte importante del día debe ser dedicada a la oración,
Debes llevar una vida austera y practicar el ayuno periódicamente,
Se propone una actitud hospitalaria con los visitantes y viajeros,
Sobre el gobierno de la comunidad, debemos obedecer al superior del monasterio.
En el documento de la Regla de San Agustín puede encontrar interesantes reflexiones sobre la humildad, el cuidado de los enfermos, la castidad o el perdón de las ofensas. En el capítulo Xlll de la regla de San Agustín, se recomienda a los monjes que lean semanalmente el contenido de la regla.
San Benito de Nursia, nacido a fines del siglo V dC, es considerado el padre del monaquismo occidental. Antes de su muerte en el año 547, escribió una regla en la que se establecen indicaciones útiles para los monjes benedictinos y también para todos aquellos que buscan una guía para encontrar a Dios.
Sin embargo, en sus diferentes capítulos, se enfatiza la importancia del silencio, la obediencia y la humildad como pautas de conducta que deben respetarse. Por otro lado, la regla explica qué tiene que ver el comportamiento de los monjes con respecto a los invitados, los pobres, el uso de los bienes o los horarios de las comidas.
