El Renacimiento creó su propia versión inventada del humanismo, derivada del redescubrimiento de la filosofía griega clásica, como la de Protágoras, quien dijo que «el hombre es la medida de todas las cosas». Este nuevo pensamiento se hizo evidente en el arte, la arquitectura, la política, la ciencia y la literatura. Los primeros ejemplos fueron el desarrollo de la perspectiva en la pintura al óleo y el conocimiento reciclado de cómo hacer concreto. Aunque la invención del metal movible aceleró la difusión de ideas a partir del siglo XV, los cambios del Renacimiento no se experimentaron uniformemente en toda Europa.
Como un movimiento cultural, el Renacimiento abarcó el florecimiento innovador de las literaturas latinas y vernáculas, comenzando con el resurgimiento en el siglo XIV del aprendizaje basado en fuentes clásicas, que los contemporáneos le atribuyeron a Petrarca; El desarrollo de la perspectiva lineal y otras técnicas de representación de una realidad más natural en la pintura y una reforma educativa gradual pero generalizada. En la política, el Renacimiento contribuyó al desarrollo de las costumbres y convenciones de la diplomacia, y en la ciencia a una mayor dependencia de la observación y del razonamiento inductivo. Aunque el Renacimiento vio las revoluciones en muchas persecuciones intelectuales, así como la agitación social y política, es quizás mejor conocido por sus progresos artísticos y las contribuciones de tales polémicas como Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, que inspiraron el término «hombre renacentista».