Partiendo de la idea general de que un reproche es una forma de crítica, es posible reprochar algo de varias maneras. La queja sería el medio más común (si un consumidor contacta a una compañía para informarle sobre su malestar debido a un servicio deficiente, expresa su desacuerdo por algún motivo).
En el caso de que reprendamos a otra persona, también le reprochamos, ya que desaprobamos lo que está haciendo (el caso típico sería regañar a un niño en el que se reprocha su comportamiento para corregirlo). Una variante del regaño sería la reprimenda, que se convierte en una especie de sanción verbal y que, al final, es un reproche.
Aunque es importante practicar la tolerancia, tratar de comprender que la otra persona no es igual a nosotros y por lo tanto, no podemos exigirle que piense o actúe como nosotros si estuviéramos en su lugar, lo más normal es que el reproche se forme parte de una relación, ya sea amistad o una relación de pareja. Cuando las diferencias del otro tocan un punto de vulnerabilidad en nuestro esquema, genera una profunda molestia, una frustración, y es por eso que le reprochamos su actitud.
El reproche es bueno, si después de eso se está dispuesto a escuchar y dialogar con quien recibe la reprobación, a tratar de no volver a suceder lo que motivó la queja, o entender que quien hizo lo que tanto enfado a quien reprochaba, tenía alguna razón válida o solo lo hizo sin darse cuenta.
Las relaciones sociales son difíciles, especialmente cuando hay coexistencia, como en el caso de las parejas, de quienes comparten un lugar de trabajo o estudios, entre vecinos, etc., y los reproches de vez en cuando, en cualquiera de estas áreas es muy común, saludable y normal.
El reproche hacia uno mismo puede tener otra variante: la confesión de nuestras fallas. En la confesión religiosa, quien expone sus pecados o faltas al confesor, presenta un reproche acerca de sí mismo con la intención de ser perdonado y de limpiar su mal comportamiento.
Como se puede ver, la acción del reproche tiene varias funciones en la comunicación: como crítico, como elemento correctivo, como diálogo interno de naturaleza terapéutica o para alivio espiritual.