El principal elemento característico que poseen estas sustancias es que actúan directamente sobre los sentidos del gusto y del olfato con la misión de reforzar el sabor o el olor que ya dispone el alimento en cuestión, o en su defecto le transmiten un sabor y aroma dado para que así la comida en cuestión tenga un sabor mucho más atractivo y gustoso para la persona que lo consume.
Con respecto al sabor en sí y a la sensación que un alimento cualquiera despierta en las papilas gustativas una vez dentro de la boca. La sensación que se siente en ese momento tendrá mucha relación con las sensaciones químicas que el sentido del gusto descubra en ese alimento. Los seres humanos le tienen un valor elevado al gusto y al aroma que tengan los alimentos y muchas veces es ese elemento el que determina su predilección y la aceptación del mismo. Es por esa razón que cuando algunos alimentos no cuentan de manera natural con esa valoración se les aportará a mediante el uso de sustancias saborizantes.
Es importante señalar que este tipo de sustancias suelen presentarse en diversos estados: líquido, polvo o en pasta y no es una regla el que todos los saborizantes se encuentren destinados con exclusividad a alimentos, ya que existen una gran cantidad de ellos que son atribuidos a algunos productos que pasan por la boca de las personas pero que no son deglutidos, el ejemplo más claro de ello son las cremas dentales o la goma de mascar.
Por otro lado, existen diversos tipos de saborizantes. En primer lugar, se ubican los naturales, denominados así ya que son obtenidos de fuentes naturales y lo más común es que se empleen dentro de la gastronomía casi de manera exclusiva. Seguidamente están los sintéticos, se caracterizan por reproducir las características de los encontrados en la naturaleza. Y en tercer lugar están los artificiales, los cuales se producen a través de procesos químicos, que aún no se han identificado como productos similares de naturaleza.