A lo largo de la historia, ha habido una multitud de hombres y mujeres que se han considerado a sí mismos como verdaderos maestros de la seducción. Este sería el caso, por ejemplo, de Cleopatra, la última reina del Antiguo Egipto, o del escritor y aventurero veneciano Giacomo Casanova. Un personaje este último que parece haber conquistado a 132 mujeres, es por eso que en el momento en que un hombre se define como muy seductor se llama casanova.
La seducción a menudo se asocia con estrategias para lograr el amor, la atención, el apego o la simpatía de otra persona, usando encantos, gestos agradables y palabras dulces. Ejemplos: «Esta joven es muy seductora, su sonrisa es cautivadora y su elegancia al caminar me fascina», «La seducción del político es admirable, cada palabra que usa genera un impacto muy positivo en la audiencia». A veces la seducción es una cualidad de las cosas: «encuentro una gran seducción en los paisajes montañosos».
La seducción puede considerarse el arte de la locura de una persona, y el amor romántico se considera una locura suave (Ross, M., 2013). En este sentido, se propone estudiar las diferencias entre envidia y admiración, ya que tanto el amor romántico se convertiría en una de las formas de admiración, como la seducción el camino para desatarla (Ross, 2013).
Uno de los mecanismos más conocidos es el llamado «juego indirecto» (Mystery, 2007), donde el hombre no muestra su interés de una manera obvia, él espera que den el primer paso, una vez que el hombre ha generado atractivo y valor.
En particular, ha quedado claro que a medida que nos acercamos a la especie humana aspectos como las manifestaciones sexuales y la duración y expresión del vínculo afectivo están reguladas por normas socioculturales específicas (dando lugar incluso a comportamientos que parecen específicos de nuestra especie como lo es la represión). de la sexualidad.
Debido a que estos impulsos sexuales y enlaces primarios son provocados por ciertos estímulos, las conductas de cortejo o seducción intentan activarlos para atraer física y sexualmente a parejas potenciales (Burgos, 2010, citado por Buss, 2004). En los humanos, los patrones de seducción entre los dos tienen un fuerte impacto en el atractivo físico que se siente hacia la otra persona. Estos patrones, de acuerdo con los etólogos, podrían ser conductas desarrolladas a partir del ritual de elección de parejas o atracción de cortejo típico de los mamíferos.
