La sublimación ocurre cuando en ciertas condiciones de presión, no hay temperatura a la que la fase líquida es posible. Es decir, la sublimación se produce cuando la fase gaseosa es más estable que la fase líquida, por lo que cuando la temperatura aumenta el sistema originalmente en estado sólido no pasa por la fase líquida sino que va directamente a la fase gaseosa. Cuando ocurre este fenómeno, entonces se dice que el sólido se sublima. Debe notarse que la sublimación es única y única para el estado sólido, por definición no puede haber un líquido que se sublime. Esto se debe a que la transformación requiere que pases de sólido a gas.
Sin involucrar cambios en la presión, hay algunas sustancias que se subliman naturalmente. Un ejemplo clásico de sustancias que se subliman son aquellas sustancias que emiten un aroma intenso muy fácilmente. La canela es un ejemplo de estas sustancias. Lo que estamos percibiendo no es más que moléculas de canela que escapan de las ramitas o polvo de canela que se encuentran en estado sólido y llegan a nuestra nariz en estado gaseoso.
El hielo seco es un ejemplo de una sustancia capaz de sublimación. La purificación de azufre y yodo también implica un proceso de sublimación. Se conoce como presión de vapor o saturación a la presión a la cual, a una temperatura dada, la fase sólida (o líquida) y la fase de vapor alcanzan un equilibrio dinámico o armonía.
La psicología, por su parte, habla de la sublimación para nombrar un mecanismo de defensa que consiste en reemplazar el objeto de deseo instintivo del individuo con otro objeto, que pierde su carga sexual a medida que pasa a través de la conciencia.
En esta área es necesario enfatizar que el padre de esta terminología fue el médico y neurólogo austriaco Sigmund Freud, considerado también el padre del psicoanálisis. Este personaje desarrolló y explicó ampliamente la sublimación antes mencionada en un gran número de trabajos científicos, como el caso de la obra titulada «La moral sexual cultural y el nerviosismo moderno».
