Esta palabra nace a partir de la unión de tres raíces griegas, tales como “theos”, palabra traducida como “Dios”, “kentron” o “centro” e “-ismo”, un sufijo utilizado para aclarar que se trata de una doctrina; en conjunto, entonces, sería “doctrina que toma a Dios como centro”. Esta filosofía estuvo activa durante un largo período, como lo fue la Edad Media, y abarcó gran parte o, bien, de las diversas facetas en la vida de un feligrés común. Estaba presente no sólo en las dinámicas familiares, económicas y sociales, sino también en la ciencia, la razón científica, el pensamiento crítico. Se creía que la voluntad divina o mística era la explicación para cada fenómeno desconocido que se presentaba, al igual que las catástrofes o epidemias de gran relevancia.
Esto fue impuesto por los Reyes católicos hasta la llegada del Renacimiento, cuando la idea de que Dios era sólo uno de los tantos actores involucrados en la vida. Fue también durante este período cuando el antropocentrismo tuvo lugar, dándole prioridad al ser humano por sobre todas las cosas.