En la bastilla se encontraban encarcelados, cualquier hombre o mujer independientemente de su condición, era una prisión donde las personas fueron víctimas de la injusticia y los abusos por parte de la monarquía. En ella se apresaban a las personas, sin ni siquiera haberle hecho un juicio, solo bastaba que el rey enviara un “lettre de cachet”, es decir una carta en donde el monarca daba la orden de arresto, para que se llevará a cabo el mandado.
La toma de bastillas fue un suceso intempestivo y muy violento, producto del enojo que sentía el pueblo con el antiguo régimen y a las puertas de una grave y fuerte crisis económica, además de la acentuada disparidad de clases. Para ese entonces los campesinos y las clases populares se encontraban encolerizados y empobrecidos a causa de los constantes incrementos en los precios de los alimentos y ni hablar de los elevados impuestos que debían pagar puntualmente.
Ese histórico día del 14 de julio de 1789, cientos de personas organizadas por grupos, asaltaron súbitamente la fortaleza de la castilla. Para ese momento la fortaleza solo contaba con 30 guardias y un grupo de veteranos, que no estaban capacitados para laborar en el campo, cabe destacar que en la prisión tan solo se encontraban 7 prisioneros (cuatro sujetos acusados de ser falsificadores, dos insanos mentales y un sujeto de la aristocracia acusado de abusar de menores).
Todas las personas comenzaron a aglomerarse a las afueras de castilla, solicitando la rendición de los que allí se encontraban. Sin embargo dos individuos que representaban a la muchedumbre decidieron entrar a la castilla para sentarse a negociar, algo que al final no pudo ser. Más tarde una parte de los atacantes logra penetrar el recinto y comienza la lucha. Hubo muchos muertos, la mayoría de los guardias y veteranos fueron linchados por el pueblo.
La toma de la bastilla dio un significativo impulso a la revolución francesa, ya que gracias al apoyo que recibieron los revolucionarios por parte del ejército francés, se pudo forzar a Luis XVI a que admitiese un gobierno constitucional. Después de su destrucción la bastilla es recordada como un emblema de la revolución francesa.