Para que una tormenta eléctrica se pueda formar es necesario que haya presencia de humedad, aire variable que ascienda y algún elemento que sea capaz de movilizar a dicha aire. El procedimiento para la formación de una tormenta eléctrica es el siguiente.
Primero debe haber presencia de aire caliente el cual debe contener vapor de agua, seguidamente dicho aire debe elevarse manteniendo su temperatura elevada, al mismo tiempo que éste se eleva, existe una transferencia de calor que va desde la corteza terrestre hacia la atmósfera, luego el vapor de agua debe enfriarse para de esa manera condensarse y así dar paso a la formación de las nubosidades. Dichas nubes tienen la peculiaridad de que su parte superior tiene una temperatura menor que su región inferior, lo que hace que el vapor ubicado en la zona superior se transforme en pedazos de hielo que van incrementando su tamaño. Posteriormente las temperaturas se van a elevar dentro de las nubes, lo que originará más vapor al mismo tiempo que los vientos más frescos se desplazan desde la parte superior de la misma. Por su parte los pedazos de hielo que se formaron anteriormente son desplazados por el viento hacia la parte superior e inferior repetidas veces lo que hace que dichos trozos de hielo choquen entre sí y se produzcan chispas, lo que genera que en la nube se produzca carga eléctrica y surjan los relámpagos.
Como muchos otros fenómenos de la naturaleza, éste presenta un alto grado de peligrosidad, ya que los rayos que se generan pueden llegar alcanzar a una persona terminando con su vida de forma casi inmediata o en su defecto puede caer en alguna edificación.