La necesidad de efectuar una acción malsana en contra de la persona que ha causado daño se conoce como “deseo de venganza”, este sentimiento tiene un propósito bien determinado: hacer sentir en carne propia lo que el agredido sintió; con estas acciones la víctima quiere estar seguro de que su agresor haya sentido su mismo dolor y con esto evitar que lo siga cometiendo con las demás personas. Muchas veces la venganza puede ser aplicada a la misma persona o por medio de terceros cercanos a ellos, por ejemplo: un policía que asesinó a un hermano de un delincuente y dicho delincuente luego asesinó al hermano del policía, esta es una venganza que involucró a terceros que estaban por fuera del conflicto personal.
La acción de venganza posee una ejecución desde hace muchos años atrás, sobre todo eran aplicados en aquellas sociedades que posean un sistema judicial distorsionado o débil; el ejemplo más común era que se permitía a la familia del asesinado matar al homicida, pero si ambas familias (de la víctima y el agresor) estaban en desacuerdo con la acción cometida, llegarìan a un convenio en donde se planificaba una pelea con mucha sangre entre ellos. Estas peleas eran conocidas por los integrantes de la población como “vendettas” y eran riñas consideradas como legales bajo los ojos del estado en mandato; esta medida fue parte de muchas sociedades de diferentes culturas, por ejemplo: en Japón cada familia poseía un samurái, el cual estaba preparado en las artes marciales y era el encargado de proteger el honor de su familia, si afectaba a alguno de los suyos tendría que enfrentarse contra él.