El origen del Villancico se dio en el siglo XIV en España, no trataba sobre temas religiosos, eran celebraciones populares con versos en coros de voces. El villancico entraba en el contexto del ocio, se canta poesía en cualquier momento del día o noche. En los posteriores siglos el villancico fue predominando en lo religioso, y cada vez cobraba más importancia como expresión popular de la Navidad. Los maestros de capilla del siglo XVI tenían la costumbre y obligación de sus mecenas, de preparar un villancico diferente cada navidad, y así se renovaba el repertorio.
Es por ello que el villancico, tal y como lo entendemos hoy, se canta solo en fechas navideñas. De ahí que las letras estén inspiradas en el relato evangélico de la infancia de Jesús: la anunciación, el nacimiento, la adoración de los pastores, de los reyes magos, de Belén, de las campanas, etc.
Los instrumentos musicales que acompañan estos cantos pueden ser la flauta, el laúd, el tambor, las castañuelas, la guitarra, la gaita, la pandereta, la zambomba, entre otros; sin olvidar, la alegre presencia del palmear las manos.
En la actualidad, el villancico es tradicional e indispensable en Navidad en los países de Latinoamérica y el resto de Europa. Lo cantan niños y grandes con alegría y entusiasmo, y lo más importante es que nos da lecciones de unidad y solidaridad entre los hombres de buena voluntad, aun con creencias distintas.