No solo los huesos requieren de esta vitamina, pues también los músculos la necesitan para su correcto movimiento, en el sistema inmunológico se utiliza para ayudar a eliminar todas aquellas bacterias o virus que ataquen al mismo, mientras que en el sistema nerviosos se emplea para facilitar la transmisión de los mensajes que emite el cerebro hacia las diferentes áreas del organismo. Todo esto demuestra que la vitamina D se encuentra presente en las células de todo el cuerpo.
Este compuesto es producido por el organismo de forma natural, esto sucede cuando se expone la piel de forma directa en el sol, satisfaciendo algunos de los requerimientos de vitamina D, pero para poder satisfacer las necesidades totales de la vitamina es necesario recurrir a otras fuentes como los alimentos, aunque en este caso no son muchos los que la poseen de forma natural existen alimentos como los pescados con alto contenido de grasas, como el atún y el salmón pueden proveer grandes cantidades, también el queso, el hígado de res y las yemas de los huevos la suministran pero en menor cantidad. Debido a que solo una pequeña parte de los alimentos que ingerimos contienen este compuesto de forma natural, es por ello que con el pasar del tiempo se ha implementado la fortificación con vitamina D, tal es el caso de la leche y de algunos cereales a los cuales se le agrega esta vitamina. Los suplementos vitamínicos se han convertido en otra opción para suplir la necesidad de la vitamina.
A pesar de ser beneficiosa para el cuerpo, su excesiva ingesta puede ocasionar que el intestino absorba calcio demás, los que puede elevar los niveles de éste en la sangre y por consecuencia puede provocar daño en los riñones, cálculos en los mismos, también se pueden formar depósitos de calcio, en los pulmones y corazón, estreñimiento, debilidad, desorientación, náuseas y vómitos.