Según varias teorías que proponen nuevas formas de enseñar las reglas gramaticales y sintácticas, uno de los pasos más importantes para tener un vocabulario extenso, es el leer de forma recurrente, pues, al igual que funciona con la mejora de la ortografía, también ayuda a incorporar nuevos términos, cuyas funciones se irán entendiendo por los contextos en los que se aplique, además de la investigación que se practique como recurso para agregar un significado a éste. De igual forma, el tener almacenados una gran cantidad de términos ayuda a tener una mejor comprensión lectora, aunque ésta no dependa mucho de ello, pero el comprender las palabras usadas en el texto facilita la conclusión a la que se llegue después de terminar la lectura.
El vocabulario puede ser dividido en dos partes: activo y pasivo. El primero se caracteriza por ser el que contiene las palabras que se utilizan con frecuencia y cuyo significado es bien conocido por el hablante. Sin embargo, el pasivo es aquel que consta de términos que no son empleados por el hablante muy seguido, por no conocer de manera objetiva su significado y los contextos en los que se puede emplear.