La xenofilia hace que la persona sienta cierta predilección por personas con orígenes diferentes al suyo, así como también sientan fanatismo por otras culturas y costumbres.
En la actualidad hay quienes defienden la xenofilia por considerarla una expresión incontenible de solidaridad humana, que va mucho más allá de simples límites internacionales. Mientras que para aquellos que están en contra, la xenofilia es algo incorrecto, ya que no se le da valor a lo propio, a lo autóctono, sino que se idealiza costumbres, que nada tiene que ver con lo propio. Esta clase de filia es muy común en países en vías de desarrollo.
Las personas con xenofilia no le dan importancia a su propia cultura, llegando al extremo de irrespetarla, ya que siempre se encuentran fascinados por culturas extranjeras. La xenofilia puede llevar a un individuo a interesarse por aprender otros idiomas, algo que en cierta forma representa un aspecto positivo para él, porque de esta manera se enriquece culturalmente.
La xenofilia, como se dijo antes, puede evidenciarse con frecuencia en aquellos países subdesarrollados que reciben con mucho entusiasmo a esos extranjeros, esperando poder conocer a través de ellos todas las maravillas del sitio donde provienen. Este tipo de filias, no es que sea mala, sino que es cuestionable ver personas que acogen costumbres de otros países y no valoran su propia cultura. Un ejemplo de ello es la celebración del Hallowen, costumbre propia de los estados unidos y que ha sido acogida por la mayoría de las naciones latinoamericanas.
El término opuesto a la xenofilia es la xenofobia que significa odio o rechazo por lo extranjero, término que en la actualidad ha tenido mucha fuerza, por lo que la xenofilia ha ido mermando con el tiempo. La xenofobia se puede evidenciar en las culturas anglosajonas, en algunas europeas y en América del norte donde el rechazo por lo extranjero es fácil de constatar.
