Los arácnidos mayormente son animales carnívoros que se alimentan de insectos, gusanos, e incluso de otros arácnidos. Existen especies como los ácaros que son ectoparásitos hematófagos, es decir que viven sobre otro organismo, alimentándose de su sangre o la queratina de la piel. Por su parte las arañas, son expertas en aplicar estrategias para la caza, como por ejemplo elaborando telas de arañas que inmovilizan insectos.
La anatomía de los arácnidos se divide en dos regiones: el cefalotórax y el abdomen. Los apéndices se insertan en el cefalotórax. Junto a la boca se encuentran un par de pedipalpos y cuatro pares de patas. No poseen antenas y generalmente tienen uno o más pares de ojos simples. Su respiración es aérea, cuentan con tráqueas y filotráqueas. Con relación a su aparato circulatorio, los arácnidos tienen dos corazones que se ubican en una especie de tubo.
La mayoría de los arácnidos resultan inofensivos y hasta beneficiosos para el ser humano, ya su acción permite la destrucción de insectos dañinos. Sin embargo existen especies muy peligrosas como los escorpiones y las arañas llamadas “viudas negras”; así como también, otros que son portadores de enfermedades, como el caso de las garrapatas y los ácaros.
En el caso de los escorpiones, estos presentan unos pedipalpos y quelíceros pequeños sumamente desarrollados en forma de tenazas. Al final de su abdomen tienen un aguijón que utilizan para inyectar veneno a su presa; son de costumbre nocturna y generalmente suelen estar debajo de las piedras. Su reproducción es a través de huevos.
Las arañas se alimentan solo de presas vivas en movimiento, su método de caza es a través de sus quelíceros, los cuales son utilizados para inyectar veneno y matar el animal. Su reproducción también es ovípara.
Los ácaros, por su parte, son arácnidos de tamaños diminutos, con la excepción de las garrapatas que sí son perceptibles al ojo humano, su cuerpo es de diferentes formas: largos, cortos, redondos, etc. pueden tener dos, tres o cuatro pares de piernas.