Es importante resaltar la existencia de un famoso y legendario bálsamo llamado “bálsamo de fierabrás”, el cual según la leyenda fue empleado para conservar el cuerpo de Jesucristo, por lo que era muy milagroso, capaz de sanar cualquier herida y curar toda clase de dolencias. Su nombre se debe a un mítico caballero del ciclo épico carolingio, llamado Fierabrás hijo de un rey y convertido en cristiano, quien (según la historia) habría obtenido este bálsamo en Roma.
Existe otro bálsamo llamado “bálsamo de la meca”, este se obtiene de una planta denominada commiphora gileadensis. Este bálsamo se caracteriza por presentar un color amarillento y su fuerte olor.
El bálsamo negro, es una sustancia que se extrae de un árbol de igual nombre, esta secreción se obtiene al realizarle un pequeño corte al tronco del árbol, este líquido tiene propiedades cicatrizantes, así que es muy efectivo para las heridas o úlceras. Además de esto, es utilizado como antiespasmódico y antirreumático.
Por otro lado, la palabra bálsamo, es utilizada para referirse a todo acto que aporte ayuda o consuelo, para soportar cualquier dolor o pena que a nivel espiritual se esté pasando. En la religión cristiana, Dios representa un bálsamo para aquellos que sufren, es como una especie de consuelo de amor que el Señor, bajó el Espíritu Santo, ofrece a todos sus hijos al levantarlos y protegerlos de toda adversidad. Es por esto, que el mensaje de vida que predicaba Jesucristo, representaba un bálsamo para todos aquellos corazones caídos en infortunios y tristezas. Solo la Fe en Él simboliza un bálsamo de sanación y salvación para el mundo.