La idea de este dispositivo fue propuesta por M.S. Whittingham, quien tuvo la idea de utilizar al metal de litio y al sulfuro de titanio como especie de electrodos. Esto sirvió de base para que en el año de 1985 Akira Yoshino, diseñará un prototipo en el que utilizo material compuesto de carbono en donde se podía insertar lo electrodos de iones de litio y de litio cobalto. Al utilizar materiales que no poseyeran litio metálico la seguridad para poder utilizarlas se incrementó en gran medida en comparación con la que si lo utilizaban, lo que promovió su fabricación a gran escala, originándose de esa forma las baterías de Li.ion.
El uso de estos dispositivos en la actualidad se ha vuelto muy importante debido a las grandes ventajas que traen consigo, ya que gracias a ellas se pueden almacenar grandes cantidades de energía, llegando a proporcionar cada una alrededor de 3,7 voltios, la misma cantidad que generan tres baterías de tipo Ni-Cd el peso es otra ventaja, puesto que son bastante ligeras y de menor tamaño si se comparan con batería tipo Ni-MH, todo esto sin afectar su capacidad de almacenamiento de energía. Es muy frecuente que las baterías posean un porcentaje de autodescarga, sin embargo, las baterías de Ion-Litio disminuyen ese porcentaje de forma importante, haciéndolas más prácticas, además de eso durante su uso, a medida que se va descargando el voltaje no varía de forma significativa, lo que evita el uso de circuitos que regulan el paso de la energía.
Sin embargo y a pesar de los grandes usos y ventajas que representa esta herramienta, el sistema no es del todo perfecto, ya que presentan algunas fallas como el número de recargas limitadas que oscila entre 400 y 1000 cargas lo que supone un atraso en comparación con las de tipo Ni-Cd, por lo que se les considera como consumibles. Otro elemento en contra para ellas es su costo, ya que en comparación con otra baterías su fabricación es costosa, por último se encuentra su bajo rendimiento de trabajo en frío.
