Las causas de esta enfermedad aún resultan confusas, ya que para algunos especialistas, pueden ser genéticas, y para otros puede ser causado por una deformación en la estructura del cerebro.
Esta enfermedad suele presentarse por primera vez en la etapa juvenil (entre los 10 y 24 años), siendo uno de los trastornos más frecuentes entre hombres y mujeres, por lo que es muy importante identificar cuáles son sus síntomas y así poder seguir un tratamiento que ayude a controlarlo.
Entre los síntomas más frecuentes están:
En los casos de euforia (manía): el estado de ánimo es excesivamente alegre. La autoestima es sumamente alta. Se presenta hiperactividad mental, es decir, cuando el sujeto habla muy rápido y no logra hablar de forma coherente. Hiperactividad física (realizan muchas actividades que lo llevan al agotamiento). Trastornos sexuales (aumento del deseo sexual, que lo lleva a no tomar precauciones que eviten el contagio de enfermedades). Duermen poco. Hay pacientes que comen mucho, otros comen poco, toman alcohol en exceso, no les importa gastar mucho dinero en compras, entre otros.
En los casos de depresión: insomnio; falta de energía, pensamientos negativos, como por ejemplo pensar en el suicidio, falta de concentración, descuido en su forma de vestir e higiene personal, disminución del deseo sexual, entre otros.
La bipolaridad puede clasificarse en varios tipos, éstos van a depender de cuán rápido se alternan los episodios de euforia a los de tristeza y viceversa, y de la intensidad de sus síntomas.
Bipolaridad tipo l, es aquella que se manifiesta en personas que han experimentado un episodio eufórico sumado a un episodio de tristeza.
Bipolaridad tipo ll, es aquella en donde los episodios de depresión son mayores, alternando con al menos un episodio de euforia.
Bipolaridad tipo lll: es aquella en donde la persona presenta demencia prematura, con desequilibrio anímico y comportamiento compulsivo. Por lo general la bipolaridad tipo lll se manifiesta en pacientes mayores de 50 años.
La cura para este trastorno aún no se ha encontrado, pero sí existen tratamientos que ayudan a controlarlo. El tratamiento más frecuente es a base de fármacos asociados a la psicoterapia, y solo puede ser prescrito por un médico psiquiatra, él será quien esté autorizado para realizar cambios en las dosis a tomar.
