Ésta patología produce diferentes síntomas como dolor al presionar la zona afectada o cuando se mueve la misma, inflamación y enrojecimientos del área que se encuentra lesionada, por lo general las articulaciones afectadas se tornan rígidas.
La bursitis puede presentarse en las personas por diferentes factores, tales como las lesiones directas en las articulaciones y el uso excesivo de las mismas, las infecciones, traumatismo o artritis reumatoidea también pueden ser causantes de esta patología. Estas lesiones suelen aparecer mayormente en los miembros tanto superiores como inferiores, específicamente en rodillas, hombros y pies.
Generalmente la bursitis se presenta cuando se apoyan las rodillas y codos sobre superficies rígidas durante largos periodos de tiempo, el uso en exceso de la fuerza que recae sobre las articulaciones o los movimientos que se realizan con frecuencia durante largos periodos, que pueden provocar la aparición de ella.
El tratamiento que se aplica requiere de una variedad de antiinflamatorios que no contengan esteroides y se sugiere fisioterapia, así como también es necesario colocar compresas de agua helada en la zona afectada durante algunos minutos al día por 2 o 3 días seguidos, evitar estar de pie durante largo tiempo, al dormir de lado es recomendable colocar almohadas entre las rodillas para evitar el contacto y aminorar el dolor, en caso de que el paciente presenta sobrepeso, se aconseja bajar de peso. En casos extremos se suele extraer el líquido contenido en las bolsas y se aplican inyecciones de corticoides. Las intervenciones quirúrgicas por bursitis son utilizadas en muy pocos ocasiones, sin embargo no se descarta la posibilidad de su uso.
Para prevenir la aparición de estas lesiones, se recomienda no realizar movimientos repetitivos en cualquier zona del cuerpo y en caso de hacerlo se debe realizar un calentamiento previo, para así lograr que los músculos se fortalezcan, al momento de realizar actividades físicas que involucran un movimiento constante de un área en específico, se aconseja hacer pausas cada cierto tiempo, proteger las articulaciones para evitar los golpes directos, tener buena postura, entre otros.
Existen dos tipos de bursitis, la aguda y la crónica, la primera se caracteriza, por el enrojecimiento y aumento de la temperatura en la zona lesionada, provoca gran dolor y la principal causa de esta patología es por gota o infección. Por otra parte la crónica suele ser consecuencia de la aguda y también por alguna lesión directa, en este caso se presenta inflamación y dolor en la lesión, a consecuencia de esto se puede ocasionar una atrofia en los músculos.