Tradicionalmente, se considera que la cirugía plástica es una disciplina en la que se busca mejorar los cuerpos estéticamente; hacerlos más hermosos. Esta idea sobre el campo, aunque no alejada de la realidad, deja de lado el noble propósito del mismo: otorgar una apariencia normal a quien ha sufrido la desdicha de nacer con algún defecto. Los orígenes de la cirugía plástica se remontan a las antiguas civilizaciones. De hecho, los comienzos de este se, mezclan con los de la cirugía en general. El documento más antiguo hallado data de entre 2.500 y 3000 a.C, adquirido por Edwin Smith en Egipto. Allí, se describen una gran cantidad de casos médicos y los posibles tratamientos para ellos; en uno de ellos, se menciona cómo reparar una nariz.
La cirugía reconstructiva, por su arte, se encarga exclusivamente de aquellos casos que, aunque ya no representan una amenaza para el paciente, pueden afectar su vida en un nivel social y psicológico. La estética, en la otra mano, es aquella que se encarga de las necesidades de una persona que se siente insegura sobre su apariencia, a pesar de que no exista riesgo médico; existen caso de personas que llevan las cirugías de este tipo muy lejos, obsesionándose con estas y su apariencia, en lo que se conoce como Trastorno dismórfico corporal. Ellos, sin embargo, necesitan recurrir a un especialista de la salud mental, para que le guíe durante las terapias y le recete los medicamentos necesarios.