Por lo general los cólicos se deben a la contracción del músculo liso, el cual conforma una de las partes de las vísceras y órganos huecos como es el caso del tubo digestivo y el sistema urinario, ya sea por causa de una irritación o por obstrucción. Además de ello dependiendo de la localización tienen varias denominaciones.
Por un lado, se encuentran los cólicos intestinales, los cuales tiene lugar como se mencionó anteriormente a causa de la contracción del músculo liso visceral. Este movimiento muscular puede deberse a una infección o en su defecto a la presencia de un obstáculo que evite el tránsito normal de los contenidos de las vísceras. En muchos de los casos los cólicos desaparecen durante o antes de la evacuación, sin embargo, también es posible que el paciente recurra a fármacos que minimizan los espasmos que producen el dolor.
Otro tipo de cólico es el biliar, este se genera cuando la vesícula biliar se distiende a causa de la presencia de cálculos que evitan la libre circulación por el conducto cístico. El dolor que se produce por lo general es bastante intenso pero intermitente. Con el fin de erradicar el dolor se apela a una laparoscopia que permite extirpar la vesícula biliar o en su defecto a una litotricia extracorpórea por ondas de choque la cual elimina los cálculos.
Por otro lado, En el momento en el que los cálculos se encuentran en el conducto que se extiende entre el tracto urinario y los riñones, se da paso a los cólicos renales también conocidos como cólicos nefríticos.