El déficit estructural junto con el cíclico son los que integran el llamado déficit público, entendiéndose por éste a la situación que atraviesa un país cuando los gastos públicos son mayores que los ingresos no financieros.
Se encuentra dividido en: tendencial, es aquel que se origina en circunstancias coyunturales normales. Discrecional, es aquel que viene condicionado por las políticas fiscales del gobierno.
Este tipo de déficit puede persistir aun cuando la economía se encuentre en una fase alta del ciclo económico. Si su dimensión supera al producto interno bruto del país puede generar muchas dificultades ya que su financiación puede originar un nuevo gasto. Si el estado busca la manera de financiar este déficit, lo podrá hacer aplicando las siguientes políticas: creando más dinero, esta medida es poco favorable ya que puede repercutir en los precios, ocasionando tensiones inflacionarias que terminan perjudicando el crecimiento y el empleo.
Emitiendo títulos de deuda pública, esto lo hará con la finalidad de obtener ahorro, a cambio de esto el sujeto que adquiera estos títulos obtendrá una remuneración. Finalmente el estado puede incrementar el valor de los impuestos o reducir el gasto público; cabe decir que la implantación de ambas medidas pueden resultar impopulares y a la larga pueden llegar a afectar la popularidad de la gestión de gobierno.