Tienen una clasificación que los describe como orgánicos o biológicos e inorgánicos; los orgánicos, son biodegradables, es decir, su descomposición está beneficiada por la naturaleza y no la afectan de alguna manera, el mayor ejemplo de ellos son los alimentos; los inorgánicos, por su parte, son aquellos que no son degradados rápida y fácilmente, por ser productos de largo procesamientos, totalmente industriales y que representan un peligro para la tierra, pues generan contaminación y acumulación de desechos, sus mayores exponentes son el vidrio y el plástico, ambos tardando en descomponerse entre 1.000 y 4.000 años.
Los desperdicios tóxicos son aquellos químicos que se consideran dañinos para la salud y son desperdiciados, lo que representa un verdadero peligro para los humanos. La mayoría del que se quiere deshacer, por lo inexperto de la persona que maneja este tipo de desperdicios, lo vierte en una cañería, en el desagüe o en la basura corriente. Se deben clasificar, y registrar que no queden residuos en los contenedores que los contenían, luego se pueden llevar a los centros de recolección de sólidos.
El reciclaje es una de las soluciones para evitar la acumulación de los desperdicios, es decir, convirtiéndolos en arte o en nuevos productos que tengan usos diversos y sean completamente útiles. Los productos como el papel se puede reutilizar, con los cristales se pueden crear verdaderas obras de arte abstracto, con el cartón se pueden crear muchos objetos cotidianos en dimensiones mucho más reducidas.