Es un vigía controlando el metabolismo de la grasa del cuerpo, es el monitor de la energía consumida y mantiene un balance energético de entrada y salida, regulando el hambre y la saciedad, es la encargada de contrarrestar los efectos de otras hormonas, como las secretadas en el hipotálamo y en los intestinos. Controla las hormonas estimulantes del apetito. Tiene la función de aumentar la hormona a-MSH, que es la estimulante de la supresión del apetito, siendo un ayudante importante del metabolismo, regulándolo y ayudándolo a controlar el peso.
En estudios recientes se ha demostrado que esta hormona es clave para mantener el peso, en ayunas muy prolongadas cae el nivel de leptina, y si está mal su funcionamiento, baja el nivel de leptina en el organismo y aumenta el hambre y el apetito, baja el gasto de energía y hay menos saciedad, produciendo así el síndrome metabólico, y se relaciona con obesidad y la diabetes. Las dietas estrictas de bajo índice calórico, el perder el peso de una manera desmesurada y sin control, y el estrés incrementan el cortisol y reduce esta hormona, descontrolando al organismo y padeciendo de ataques de hambres repentinos, como la ansiedad por comer en deshoras.