El líder en este caso se caracteriza por desempeñar un papel muy liberal y pasivo donde “hace y deja hacer”, ya que los trabajadores son los que tienen en poder, esto se debe a que en el papel los subordinados deben ser personas con mucho profesionalismo y que saben bien lo que están haciendo a la hora de tomar decisiones difíciles, lo que puede ser un problema si en realidad los subordinados no cuentan con la suficiente capacidad de manejarse por sí solos. El líder va a influir muy poco en la consecución de los objetivos de la empresa, estos prefieren dejar las reglas bien en claro, para interferir lo menos posible en las actividades, las opiniones que estos aportan son neutrales, por lo que su participación es casi nula, solo participa si se le es solicitado hacerlo ya que el poder de tomar las decisiones a sido delegado a sus compañeros, no evalúa ningún tipo de actividad.
Para muchos este tipo de liderazgo no es factible ya que siempre debe existir un orden y para ello es necesario que alguien lo imponga, ya que a la hora de solucionar un conflicto sería mucho más complicado conseguir la solución al mismo ya que el individualismo se hace presente y nadie da su brazo a torcer, en caso de no poseer los conocimientos necesarios o la experiencia requerida por el puesto puede que se pierda el norte de la organización y por consecuencia no se cumplira con la meta de la misma.
Como todo, este tipo de liderazgo no puede ser del todo malo ya que presenta algunas ventajas que pueden ser tomadas en cuenta, por ejemplo, en casos donde el líder no se encuentre en la empresa, sus subordinados están en la capacidad de continuar con el trabajo, las tareas se pueden delegar de forma más sencilla, los trabajadores se sienten tomados en cuenta al tener mayores responsabilidades, además de que sienten mayor libertad por no trabajar bajo presión.