Los acabados también son conocidos como tratamientos superficiales, que es realizado con el fin de dar cierta apariencia o características a la superficie de un objeto cualquiera. En algunas ocasiones, este paso puede hacer que el producto entre en las dimensiones especificadas para el mismo, y que no son respetadas durante todo el proceso. Además de esto, se conoce que es utilizado para que aumentar y controlar la dureza de la superficie, disminuir la adhesión que presenta, mejorar la retención de lubricantes, proporcionar color y brillo y aumentar la resistencia mecánica. A pesar de esto, en el inconsciente colectivo persiste la idea del acabado como sólo un proceso secundario, destinado a simplemente mejorar la apariencia del producto final.
Existen tres tipos de tratamiento superficial, los mecánicos (granallado, impacto con chorro de arena, impacto con láser, bruñido, endurecimiento por explosivo y revestimiento mecánico), los térmicos (recocido, temple, revenido, maduración y bonificado) y el revestimiento o deposición del material (rociado térmico, metalizado o proyección térmica con llama, deposición de vapor, implantación iónica, electrodeposición, electro formado, inmersión en baño de metal fundido).