Es una respuesta jurisprudencial creada sobre la marcha, y constituye una derivación inmediata y directa del principio de buena fe. Lo concreto es que la buena fe no permite el cambio de actitud en detrimento de terceros, cuando el comportamiento anterior ha generado en ellos expectativas de comportamiento futuro.
Con fórmulas diferentes, en un número infinito de pronunciamientos, se ha registrado su relación directa e indescriptible o su correspondencia con la buena fe, especificando en algunas decisiones españolas que «es un principio de la teoría general del derecho que la contradicción es inadmisible con una Conducta previa propia como requisito de buena fe «2; Además, prácticamente todos los doctrinarios ven la prohibición de marchar contra el comportamiento anterior como derivación directa de la buena fe.
Pero para conocer mejor la idea y su formulación es necesario transcribir una sentencia de la Corte Suprema de España que declaró:
La regla general según la cual no puede oponerse a sus propios actos, negando el efecto jurídico del comportamiento contrario, se basa en la buena fe o, en otras palabras, en la protección de la confianza que el acto o conducta provoca objetivamente en otro otros. El centro de gravedad de la regla no radica en la voluntad de su autor, sino en la confianza generada en terceros, ni en ver una manifestación del valor de una declaración negociada de voluntad manifestada por hechos o hechos concluyentes. La regla no es una derivación de la doctrina del negocio jurídico, sino que tiene su propia sustantividad, basada en el principio de buena fe.
Por lo tanto, no se discute la relación directa entre la doctrina de los propios actos y el principio general de la buena fe y en consecuencia, la prohibición del comportamiento incoherente o inconstante y encuentra suficiente fundamento en la norma de cada orden que recibe el principio general de buena fe , Como el artículo 1198 del Código Civil argentino o el artículo 83 de la Constitución colombiana.
