Las avalanchas de nieve en polvo son los más comunes, ya que también existen los de nieve fresca, los de fondo y los de tablón. Pueden darse por factores accidentales, como movimientos de rocas, caída de árboles, entre otras, también pueden ocasionarse por la ruptura del manto de la nieve, por el simple paso de un esquiador o por vibración acústica.
Algunos factores de riesgo de los alud son las temperaturas y la explosión de la pendiente, ya que de ello depende que la avalancha cambie sus características y sea más pesadas y peligrosas, es por ello que en época de invierno cuando decidimos ir a escalar en la nieve, puesto de que no sabemos es en qué momento un derrumbe de nieve puede sorprendernos, por eso son denominados como los temibles aludes. Por tal razón siempre se aconseja contar con el equipamiento necesario para acudir a estas montañas de nieve, como lo son: el aparto de rescate de víctimas, la pala y la sonda.
Salir ileso de un alud es un poco complicado, para ello se recomienda: esquiar hacia afuera, tomar siempre posición descendiente y tratar de deslizarse hacia uno de los flancos de la avalancha.