La enfermedad se desarrolla lentamente, los primeros síntomas son confundidos con el estrés y la vejez de los pacientes. Algunos estudios pueden revelar pequeñas dificultades cognitivas que pueden ser signos muy leves de que la enfermedad puede estar progresando. El síntoma más prominente puede ser el obstáculo de no poder recordar hechos recientemente aprendidos y no poder adquirir nueva información. Sin embargo, existen algunos debates sobre si ésta es realmente la primera fase de la enfermedad o es simplemente un diagnóstico independiente.
La demencia inicial (la primera fase de la enfermedad), se caracteriza por la pérdida de memoria muy pronunciada, haciendo que la persona se desoriente o no recuerde dónde está, impidiendo que se relaciones con su familiares o amigos. El vocabulario sufre reducciones y se pierde la fluidez del habla. Durante la demencia moderada, los pacientes pueden realizar ciertas actividades como ir al baño, pero necesitarán un ayudante para realizar tareas más complejas como pagar las cuentas; también pueden presentar arranques de ira momentáneos. La última fase, llamada demencia avanzada, se distingue porque el paciente ha perdido habilidades para hacer las tareas más sencillas, a causa del deterioro de los músculos, volviéndose totalmente dependiente de su ayudante.
Para el diagnóstico de la enfermedad, el doctor debe tener una entrevista con el paciente, analizando si el paciente tiene las características cognitivas que el alzhéimer deja notar; el examen minimental es uno de los más efectivos, y consta de 30 preguntas, agrupadas en tres secciones; en ellas se pueden evaluar, en términos generales, la concentración, capacidad de memoria, orientación y capacidad de lenguaje.
Hay 4 tipos de tratamientos viables, los farmacológicos, no farmacológicos, intervención psicosocial los tratamientos que están en fase de investigación, como lo son las vacunas, el marcapasos cerebral, el ultrasonido y las células madre.