No existe una reciprocidad consecuente entre los niveles de estudios religiosos, y la escala de los diferentes títulos, si bien muchos estiman que la costumbre determina el rango de ayatolá para quienes han terminado el nivel suplementario de los conocimientos profundos, y los principios de la religión. Se piensa que los ayatolá no están obligados a imitar a las fuentes de emulación, sino más bien deben solucionar por sí mismos sus dudas particulares a través de la reflexión. Sin embargo los demás no deben acogerlos como ejemplo sin que previamente sean reconocidos por sus semejantes como fuente de emulación.
La persona a la que se le adjudicó por primera vez el título de ayatollah (y el único en ser identificado como tal), fue el teólogo y experto en leyes iraquí Alamat al-Hilli (1250-1325) por su prodigioso dominio de las ciencias islámicas y su colaboración en la sistematización de las leyes islámicas. El siguiente en adoptarlo fue el iraquí de raíces iraníes Seyed Mohammad Mehdi Bahr Ol-Olum (1742-1797), de este modo y a lo largo de los años este título se le ha asignado a todos aquellos a los que se les reconoce la capacidad de reflexión.
El actual ayatollah es Ali Jamenei quien reemplazó al ayatollah Ruhollah Jomeini.