El concepto también se utiliza para nombrar el equipaje que portan las tropas cuando marchan y, por extensión, el animal utilizado para transportar a los miembros o el equipaje del ejército.
Siguiendo en el campo de las fuerzas armadas, en la antigüedad el bagaje se denominaba la carga que obligaba a los habitantes de las ciudades españolas a contribuir al ejército cuando pasaba por sus localidades. Estos vecinos, para el bagaje, tenían la obligación de poner sus caballos y sus coches a disposición de las tropas para transportar su equipaje o incluso soldados con problemas de salud.
El término bagaje, por otro lado, se usa en un sentido simbólico para aludir al conocimiento, habilidades, capacidades o experiencia de un individuo. En este caso, el bagaje es el «equipaje intelectual» que lleva una persona: «Creo que Antonio es el candidato ideal para el cargo debido a su enorme bagaje cultural», «Es un jugador que viene a nuestro equipo con un importante bagaje», «Interpretar a este personaje me dio un bagaje emocional que siempre llevaré conmigo».
Hace un par de siglos, más precisamente en los primeros años del siglo XVIII, en 1710, en España, se estableció una ordenanza que estipulaba el bagaje, una contribución que debían pagar los vecinos de algunas ciudades españolas a través de las cuales circulaba el ejército con sus carruajes, carros y caballos. En la ordenanza que entra en vigencia el 10 de marzo de 1710, se indicó la cantidad que el vecino debía pagar.
En tanto, quedaron exentos a la regla: la nobleza, los sacerdotes, el alcalde, el regidor, el síndico, el guardián del monte, los estanqueros, entre otros.