Con la influencia del cristianismo en la corona que dominaba a la antigua Roma, los rituales y cultos a los principios de esta cultura se empezaron a realizar en edificaciones con estructura similar, posterior a la caída del imperio romano el catolicismo continuaba su curso a través de las culturas, incluyendo sus construcciones que adoptaron la terminología de Basílica.
La forma de las Basílicas es clave para que dichas construcciones se definan como tal, se conforman siempre de un número impar de naves, siendo la central la que más grosor y altitud posee. En la parte de arriba de esta nave se encuentra la presidencia o sala principal donde se reúnen los máximos representantes del recinto. Su altura daba pie para la construcción de grandes ventanales decorados llamados ábsides por los que pasaba buena cantidad de luz que contrasta con las penumbras que producen sus altas y gruesas columnas las cuales soportan la nave central. En la parte posterior un pórtico principal de gran tamaño funge como entrada principal, diseños actuales incluyen entradas laterales de fácil acceso.
En la antigua roma se construyeron dos tipos de basílicas, las mayores y las menores: Las basílicas mayores, eran siete y se les llama así pues fueron las primeras en constituirse en el imperio romano: San Juan de Letrán, en la que el papa sirve como Obispo de Roma, San Pedro del Vaticano, la principal de cristianismo hoy día, Santa María la Mayor, del patriarca de Antioquía, San Pablo Extramuros, asignada antiguamente al Patriarca de Alejandría, San Lorenzo Extramuros, para el Patriarca de Jerusalén. San Sebastián de las Catacumbas o de San Sebastián Extramuros, Santa Cruz de Jerusalén. Es importante resaltar que en las cuatro primeras solo el papa puede oficiar el servicio (misa). Las basílicas por su parte son el resto de las edificaciones que están distribuidas por todo el mundo, que sumadas las sedes del cristianismo a las que se le ha dado este atributo, suman más de 2000 en la actualidad.