Según lo expresado en el párrafo anterior, la expresión beligerante suele estar ligada con el ámbito de la guerra. Sin embargo, existen casos en donde puede ser empleado en otros contextos más habituales, por ejemplo cuando se hace alusión a la manera de actuar de un sujeto. Un individuo puede tomar una postura beligerante, cuando apoya y defiende sus creencias con mucha pasión; son personas que no se quedan de manos atadas, sino que luchan por lo que quieren obtener. De acuerdo a lo anterior, ser beligerante (en este caso) puede ser positivo.
Ahora bien, ser beligerante, también puede traer una connotación negativa, como es el caso de los individuos que les gustan los pleitos y las confrontaciones, este tipo de sujetos por lo general son soberbios y arrogantes al momento de interactuar con los demás, hasta el punto de creerse mejor que ellos.
Según el derecho internacional, un país puede ser beligerante cuando ejerce una posición opuesta a los intereses de otro. Según la historia, son muchos los casos de países a los cuales se les calificó como beligerantes; tal como sucedió en el siglo XIX cuando las colonias españolas de América se rebelaron en contra de España y así proclamar su independencia.