Cuando el aire entra en el organismo sigue el trayecto de la tráquea y los bronquios para que se de esa forma se garantice el intercambio gaseoso a nivel sanguíneo y de esa forma permitir la oxigenación de los tejidos de todo el cuerpo. La pared de estas estructuras se encuentra conformada por cartílagos y capas musculares, elásticas y de mucosa.
Los bronquios principales tienen su origen en la bifurcación que presenta la tráquea en su extremo inferior, uno derecho y otro izquierdo, desde ese punto dichas estructuras se dirigen al pulmón correspondiente atravesando una serie de divisiones con forma de ramificaciones hasta que finalmente llegan a estructuras tubulares de diámetro muy pequeño a las que se les conoce como bronquiolos, que finalmente dan paso a la unidad funcional del pulmón a la que se le denomina alvéolo.
Estas estructuras se encuentran formados por una capa interna o mucosa que a su vez consta de unas estructuras que tienen forma de vellos a las cuales se les conoce como cilios, dichos bellos tienen como función llevar a cabo un movimiento de barrido que se dirige hacia el exterior con objetivo de mantener la vía aérea limpia y libre de secreciones, objetos extraños como por ejemplo el polvo y los microorganismos que se pueden introducir en el mismo.
En la periferia los bronquios están conformados por músculo liso el cual está recinto por cartílago, lo que permite que tengan la capacidad para aumentar o disminuir su diámetro manteniéndose siempre permeables. Es importante señalar que los bronquios son asiento de un gran tipo de afecciones, siendo las más frecuentes las infecciones que son conocidas como bronquitis en adultos y bronquiolitis en el caso de los infantes. En el caso específico de las bronquitis pueden ser debidas tanto a virus como a bacterias y su principal sintomatología la tos que puede ser seca o húmeda dependiendo de si existen o no secreciones.
