Este tipo de custodia es cada día más frecuente en muchos países, siendo la fórmula opuesta al régimen de custodia que tradicionalmente ha sido más habitual: la custodia monoparental a favor de la madre.
En función de lo que se acuerde, los menores pueden residir temporalmente en la vivienda habitual del progenitor al que durante ese periodo le corresponda, alternando por lo tanto viviendas, o bien puede que se acuerde que los menores residan siempre en el domicilio conyugal y sean los padres los que se desplacen de forma alterna para ejercer la custodia.
El hecho de que la custodia sea compartida no implica necesariamente que ambos progenitores se repartan la custodia del menor en períodos de la misma duración, ya que en función de las circunstancias personales de cada caso podría darse que aunque la custodia sea compartida, los menores residan durante un tiempo mayor con uno de los progenitores.
El principal argumento en defensa de la custodia compartida está en el bienestar del menor, permitiendo que crezca teniendo relación con ambos progenitores.
Generalmente cuando existe un régimen de custodia compartida se elimina la necesidad de que uno de los progenitores tenga que abonar una pensión alimenticia o de manutención a su ex pareja para la crianza de su hijo, ya que ambos progenitores deben responsabilizarse de los gastos habituales del menor.
También hay que tener en cuenta que para que se otorgue la custodia compartida es necesario contar con la aprobación del juez, que tendrá en cuenta factores como la cercanía entre los domicilios de los progenitores, las preferencias de los menores, la edad de los hijos o el cuidado anterior prestado por cada uno de los padres en el proceso de crianza.
