Entre estas enfermedades se encuentra la displasia broncopulmonar, que se caracteriza por afectar a los niños. Esta consiste en el daño constante de los alvéolos pulmonares, en donde ocurre el intercambio entre el oxígeno y la sangre, por los desechos producto de la descomposición del oxígeno. Los infantes prematuros, con un pobre desarrollo del aparato respiratorio, son propensos a desarrollar esta condición, además de aquellos que ya tenían un historial de problemas respiratorios complejos. Entre los síntomas más comunes, se pueden encontrar la respiración dificultosa, rápida y con sonidos anormales.
El diagnóstico suele hacerse basándose en la necesidad del oxígeno del bebé, un mes antes del parto; en caso de que aún lo requiera, se procederá a tomar las precauciones adecuadas cuando nazca. Como medida primaria, se instala un soporte de respiración continuo, además de que se recomienda una dieta rica en calcio, para que el crecimiento pueda darse mucho más rápido.