Se dice que del espíritu sale la fuerza, el valor y el ánimo para actuar, donde no hay límites ni cabida al miedo y que ejerce la voluntad del valiente para vencer las dificultades. Es el sello de alguna fe o creencia, sobre un lema de alguna institución que lo reconoce como la identidad de ello, a un sentido profundo de un crédito que se le da por lo que hace sentir, como la estima y la valía de unos valores que los representan; como su profundo respeto y reputación que los preceden sobre algo o alguien, por su labor, como la de una comunidad que en sus manifestaciones hacia la sociedad en común les caracterizan como su esencia más representativa. También se hace referencia a las actitudes de las personas como descriptivas; como un espíritu contradictorio el cual no está de acuerdo con nada, o se rebela ante una orden o regla haciendo lo contrario.
Es una palabra que deriva del latín Spiritus la cual se refiere a soplo, aire, que es un derivado de la palabra soplar o respirar perteneciente a la familia etimológicamente hablando de la palabra espirar. El Espíritu Santo en el cristianismo como la tercera persona espiritual de igual importancia en la Trinidad, considerándolo parte fundamental compuesto por Dios Padre, Hijo Jesús y Espíritu Santo. La naturaleza del espíritu está entre la dimensión central que codifica y sistematiza la información. La dimensión psicológica que es la inteligencia racional interactuando con la inteligencia emocional que llegan a ser la mente consciente y la dimensión de la metafísica que llega a una integración de un sistema y de una aceptación como respuesta al Ser, y de cómo se condiciona y da concepción ante el mundo o de sí mismo.