El ser humano tiene la capacidad de simular diferentes situaciones, de cierta manera, pretendiendo convertirse en un actor que realiza un poco de teatro, es decir, la persona actúa en lugar de ser natural y dejarse ver tal como es. Una persona puede tener fe, alegría, tristeza, decepción, esperanza, desolación, motivación. En resumen, las personas pueden parecerse a una amplia gama de sentimientos.
Hay formas de pretender que son muy divertidas y pedagógicas, por ejemplo, los juegos infantiles en los que el niño pretende ser un médico o un profesional específico. Los actores también son expertos en la interpretación de personajes que no sean ellos mismos de una manera creíble.
En nuestra vida cotidiana hay personas que fingen ser quienes otras personas, sobre todo en Internet y crean un perfil falso en las páginas para encontrar un compañero. Este tipo de engaño, tarde o temprano, se descubre y produce desilusión en aquellos que se han sentido engañados.
Por ejemplo, aquellos que llevan a la doble vida y fingen rutinas que no tienen en realidad con el objetivo de hacer que su pareja crea que no es una víctima de la infidelidad. Fingir es una actitud que puede ser un medio para un fin. Desde este punto de vista, el final no siempre es poco ético.