La galantería nació en Francia y esa antigua galantería de la elegancia de las intenciones y los modales fue mal utilizada por los libertinos de todas las cortes europeas para lograr sus conquistas (las mujeres tampoco eran ángeles). Pero nos interesa el presente y lo que significa ser un hombre galante hoy.
Las relaciones personales producen comentarios frecuentes ya que a lo largo de la vida, las personas establecen vínculos formando relaciones. Hay una cualidad muy positiva que revela una habilidad social fundamental: la bondad de tratar a la otra persona con respeto, mostrando un detalle de bondad para ella. En general, este concepto generalmente se asocia con la gallardía masculina en el trato amable de un hombre con esa mujer a la que quiere seducir o con su pareja.
Es decir, desde este punto de vista, la galantería es una actitud derivada del amor o el deseo de conquista. La persona quiere ser la mejor versión de sí misma antes que la otra, para ser atractiva, ya que el deseo de cada corazón enamorado debe ser correspondido. Quieres dejar una buena impresión.
Los gestos del galán no varían: es una tradición. Lo que puede variar es la forma de entenderlo por ambos sexos. Por parte de las mujeres, a menudo se ofenden por ideas equivocadas sobre el feminismo. En el lado masculino, debemos tratar de no tocar las ideas del machismo imponiéndose aquí y allá como un guardaespaldas posesivo.
El galante exitoso es aquel que realiza estos pequeños gestos de una manera totalmente voluntaria y natural. Cuando es forzado, hecho sin deseo o por obligación por lo que dirán, pierde todo sentido y encanto.
Las iniciativas y movimientos no deben ser abruptos, sino suaves, sin revolotear alrededor de la mujer como un gallo nervioso, o asustarla por ser demasiado impulsiva o efusiva, pero controlando la situación, tomándose su tiempo. Nada más atractivo que un hombre seguro de sí mismo y de lo que hace.