El término «gastroenteritis» fue utilizado por primera vez en el año 1824. Pero antes de que dicho término entrará en uso, a esta patología se le conocía bajo el nombre de fiebre tifoidea, cholera morbus, entre otros.
Por lo general la gastroenteritis se transmite a través de una infección por contacto directo: en dicho contacto los agentes patógenos llegan a los objetos y superficies desde las deposiciones y los vómitos de las personas infectadas. Es entonces cuando inicia la trasmisión de la misma, en aquellos casos donde la falta de higiene es protagonista, los patógenos pueden llegar incluso hasta la boca de los demás individuos a través de las manos y por consecuencia, hasta su estómago e intestino, lo que dará paso al contagio. Los expertos definen a esta forma de contagio como transmisión fecal-oral.
A causa de las malas condiciones higiénicas, como es común que ocurra en los países en vías de desarrollo, los agentes que provocan la gastroenteritis también se transmiten comúnmente por medio del agua potable o los alimentos contaminados por los agentes tóxicos.
Generalmente, cuando las personas gozan de un buen estado de salud, el tratamiento de la gastroenteritis se limita reponer los líquidos, electrolitos y nutrientes que se pierden debido a la constante diarrea. Por lo tanto es muy importante beber mucho líquido, en especial agua mineral, limonada alcalina o infusiones de plantas sin azúcar. Si el origen de la gastroenteritis es bacteriano, los pacientes, en ocasiones, tienen que tomar fármacos específicos para combatir a los patógenos.