La sangre como tejido tiene propiedades químicas que la convierten en una forma adecuada de alimento para ciertas especies. Tenga en cuenta que las propiedades de la sangre se pierden cuando el animal muere, por lo que los animales chupadores de sangre se alimentan de la sangre de los animales vivos. Esta peculiaridad es muy única, ya que el animal atacado por otro animal hematófago no debe morir, de lo contrario su sangre no serviría como fuente de alimento.
Aunque las especies de animales hematófagos son diferentes, todas tienen características morfológicas similares: un poderoso aparato oral para perforar la piel de sus víctimas, un sistema de secreción que permite que la sangre de sus presas se coagule y un sistema olfativo muy preciso que facilita la detección de sangre en otros animales.
La hematofagia se considera una forma de parasitismo y debe notarse que solo las hembras se alimentan de sangre, ya que necesitan sangre para obtener proteínas para perpetuar su especie.
Algunos fármacos anticoagulantes se han obtenido a partir del conocimiento de las sustancias químicas de algunas especies hematófagas, especialmente las sanguijuelas.
La hematofagia no es simplemente una curiosidad del reino animal, sino que es relevante porque representa un riesgo para la salud de los humanos. Esto se debe al hecho de que los animales hematófagos a menudo son los que originan algunas enfermedades infecciosas (en términos médicos se considera como un vector de enfermedad).
Hay muchas enfermedades infecciosas relacionadas con estos animales que se alimentan de sangre: rabia, malaria, enfermedad de Lyme, enfermedad de Chagas o dengue. Uno de los mosquitos hematófagos que puede desencadenar un proceso infeccioso es Aedes Aegypti, que es el portador del virus del dengue, la fiebre amarilla o la malaria y la fiebre del Zika.