Si se logra ver desde un microscopio, su constitución es de unas unidades funcionales denominadas lobulillos, que son pequeños bloques de tejido hepáticos dispuestos alrededor de una vena central. Y se puede observar que entre las uniones de tres lobulillos se forma un espacio llamado porta, que está compuesto a su vez por una rama de la arteria hepática, una de la vena porta, un canal biliar y vasos linfáticos. Del lobulillo salen unos cordones de células hepáticas, haciendo un espacio tubular que no posee pared propia, el canal biliar, que drena la bilis hacia la vesícula y al conducto biliar. El hígado está en su totalidad envuelto por una cubierta fibrosa o capsula de Glisson.
Este órgano visceral tiene como funciones las siguientes: secreción de la bilis esta acción es importante e imprescindible para poder absorber la grasa; depósitos de glucógenos, vitaminas y proteínas; que intervienen en el metabolismo de los lípidos; síntesis de proteínas y conversión de las sustancias toxicas. El hígado tiene doble circulación; una que está en la arteria hepática y la otra en el sistema de la vena porta, que conduce la sangre venosa recogida del tubo digestivo.
Posee unas vías biliares, que son las vías excretoras de este órgano; el conducto hepático que se forma con la unión de tres conductos biliares, la vesícula biliar; que es donde se reserva la bilis situada en la cara visceral del hígado, teniendo una capacidad de 50-60 centímetros cúbicos, el conducto cístico; es la que continua la vesícula desembocando en el conducto hepático, el colédoco; que es la unión del conducto hepático y del cístico, desembocan en la ampolla del váter en el duodeno.