Aunque no haya síntomas, la presión arterial excesiva puede producir daños a las arterias y por consiguiente al corazón, los riñones y el cerebro: ataques cardiacos, fallas renales y accidentes cerebro-vasculares conocidos como hemorragias cerebrales; y reduce la vida de diez a veinte años. La hipertensión suele darse en personas de avanzada edad y personas obesas, la causa de esta enfermedad en la gran mayoría de casos es idiopática o de origen desconocido. Una hipertensión secundaria puede ser el resultado de una enfermedad crónica de los riñones, de ciertos desordenes hormonales, y en algunas mujeres, del embarazo o la ingestión de anticonceptivos por vía oral.
Si bien se desconocen las causas de la hipertensión esencial, investigaciones realizadas sugieren una posibilidad: que un aumento gradual del volumen de la sangre acompaña el lento aumento de la presión. Cierta deficiencia heredada de los riñones para excretar el exceso de sal ingerida a través de los alimentos provoca este aumento de volumen de la sangre. Esto podría explicar el por qué la hipertensión se repite dentro de la misma familia. El hijo de un padre con presión elevada de la sangre tiene el doble probabilidad de desarrollar dicho mal que un hijo de padres con presión normal.
Cuando la hipertensión no se detecta a tiempo, o no se trata adecuadamente puede convertirse en una enfermedad mortal. Si alguien descubre que tiene presión alta, debe reducir el consumo de sal, si éste es elevado; debe perder de peso, si es obeso, y dejar de fumar. El médico en la mayoría de casos prescribe al paciente medicamentos que relajan los vasos sanguíneos y permiten que baje la presión, también diuréticos que reducen la sal y agua en el cuerpo; y otros que disminuyen la acción de los nervios del sistema simpático, que hacen que las arterias se estrechen.