Cómo experimentar un instante es una apreciación muy subjetiva: «los momentos que experimenté este horror me parecieron siglos» o «Lo pasé tan bien en esta fiesta que pensé que duró solo unos momentos».
Hay tantos instantes que componen la vida del ser humano, tantos recuerdos que solo algunos de esos instantes dejan una marca indeleble en el corazón.
Son aquellos que se conectan con la memoria afectiva mediante algún recuerdo especial. A lo largo de la vida hay instantes de amor, momentos personales marcados por la tristeza, situaciones de éxito profesional, instantes de miedo, momentos marcados por la alegría y la esperanza.
La subjetividad en la forma de apreciar el tiempo también muestra cómo la paradoja de sentir que un momento es eterno mientras que otro, parece volar a la velocidad de la luz. Las instancias de miedo, dolor y sufrimiento parecen más largas que las marcadas por la inmensa felicidad en la que la persona tiene el deseo interno de detener el tiempo, detener el reloj vital para atrapar ese momento. Sin embargo, este deseo humano es imposible.
En Literatura, hay un hermoso poema reflexivo, titulado «Instantes» que fue atribuido a Borges durante mucho tiempo, pero que sería del caricaturista y humorista estadounidense Don Herold y en su versión original estaría escrito en prosa. El tema se centra en la fugacidad de la existencia y los errores que cometemos en la vida, minimizando las cosas simples como caminar descalzo o jugar con niños y llenarnos de preocupaciones inútiles. El autor afirma que poder vivir de nuevo le daría valor a las cosas cotidianas, sería menos proactivo, no habría problemas para las cosas que tienen una solución y se le permitiría cometer más errores.