La investigación realizada por estos especialistas acerca de los intrones, los hizo merecedores del premio Nobel de fisiología y medicina. Sin embargo el término “intron” fue sacado a la luz por el bioquímico Walter Gilbert, en el año de 1978.
Los intrones pueden llegar a representar una zona opcional de “corte y empalme” mejor conocida como “splicing”, pudiendo originar distintas formas de proteínas. El proceso de splicing estará controlado por una extensa diversidad de señales moleculares. Otro dato interesante, es que los intrones pueden incluir también datos antiguos, es decir que pueden contener partes de genes que pudieron haberse expresado anteriormente, pero que en la actualidad no lo hacen.
Teorías clásicas han afirmado que los intrones son trozos de ADN que no poseen información, aunque esta información se encuentra en debate y hoy en día no cuenta con muchos simpatizantes.
Los intrones se encuentran clasificados en:
- Intrones de clase I.
- Intrones de clase II.
- Intrones de clase III.
- Intrones de clase IV.
Los intrones de clase I y II, tienden a sufrir de espliceosoma (complejo de corte y empalme) por medio de reacciones de transesterificación. Las veces que es posible encontrarse con este grupo de intrones en el genoma, es relativamente inusual. Los intrones de clase II y III son muy parecidos y cuentan con un sistema secundario sumamente conservado. Los intrones de clase IV se encuentran en los ARNt de los eucariotas y se distinguen por ser los únicos que se desechan a través de un corte endonucleotido.
Los intrones pueden hallarse con frecuencia en las eucariotas multicelulares, como por ejemplo en los seres humanos y con menos frecuencia en las eucariotas unicelulares, como es el caso de la levadura. En el caso de las archeas y las bacterias son poco frecuentes.