Los reproches personales muestran las quejas que una persona puede formular de manera objetiva a partir de hechos y situaciones concretas que han producido un desencanto interno. Sin embargo, las actitudes ejemplares son aquellas en las que no hay críticas negativas. Obviamente, es difícil alcanzar este nivel de perfección porque es humano cometer errores.
Mientras que los reproches causan un alto nivel de frustración personal, por el contrario, la admiración hacia el otro produce gratitud. Esta es una de las razones por las cuales es muy importante educar el corazón y la mente con pensamientos y sentimientos agradables, como la aceptación, ya que estos sentimientos son también los que ayudan a reducir los reproches en contra del otro.
Es decir, el reproche no surge tanto de la acción en sí como de la interpretación que el otro hace de esa acción. Hay personas que tienden a quejarse con frecuencia y son pesimistas, por lo tanto, generalmente pierden mucho tiempo a lo largo del día en interpretaciones negativas de la realidad.
Por el contrario, las personas positivas tienden a ser felices, optimistas y vitales. Por lo tanto, también tienden a mostrar un mayor grado de conformidad con la realidad.
Este adjetivo también muestra el valor del juicio de otra persona sobre las acciones individuales. Y es que los amigos, la familia y el entorno cercano que pueden tener algún tipo de reproche o, por el contrario, elogian el comportamiento de alguien cercano. La conducta irreprochable es aquella que hace que la persona sea un modelo a seguir y una referencia para los demás.
Desde el punto de vista ético, una acción se considera ejemplar cuando la persona ha actuado de la mejor manera posible de acuerdo con sus circunstancias personales.