Esta carga fiscal sobre el consumismo es adaptada en varios países y generalizada en la Unión Europea. El IVA es un impuesto indirecto sobre el consumo, o sea que es financiado por el cliente final; un impuesto directo puede ser definido como aquel impuesto que no es cobrado por el fisco directamente del tributario o dependiente. El IVA es recaudado por el comerciante en el dado momento de la transacción comercial es decir cuando se realiza el intercambio de los bienes y servicios.
Cada vendedor intermediario posee el derecho de reembolsar el Impuesto al Valor Agregado que ha abonado a otros vendedores que le siguen en la sucesión de comercialización, deduciéndolo de la suma de IVA recaudado de sus clientes, teniendo que abonar el monto al fisco. Los últimos consumidores son los que se ven obligados a abonar el IVA sin derecho a reembolso, y es el fisco el encargado de controlarlo obligando a la organización o empresa a brindar los justificantes de la venta al consumidor final y añadir copias de éstas a la contabilidad en una empresa.