Los juramentos pueden ser un acto interno y muy personal, ya que la persona que se juramentó busca cumplir con un determinado propósito o realizar un cierto esfuerzo. Este acto forma parte de una especie de pacto que realiza el sujeto y Dios o aquel a quien se le hace la declaración.
Existen otros tipos de juramentos que a diferencia del ya mencionado se constituyen como actos públicos solemnes. Un ejemplo de ello, son los funcionarios que asumen un cargo en el Estado y realizan un juramento ante el pueblo como garantía del cumplimiento de sus obligaciones y responsabilidades.
Asimismo otros profesionales realizan juramentos a la hora de graduarse como acto simbólico, prueba de ellos son los médicos que deben llevar a cabo lo que se da en llamar juramento hipocrático, que tiene como objetivo el que aquellos prometan que realizarán sus labores con conciencia y con absoluta responsabilidad hacia los seres humanos que tendrán como pacientes.
Por otro lado a nivel judicial, se realizan declaraciones bajo juramento que supone también una garantía de la veracidad de lo que se dice. Quien jura está dando su palabra y asegurando que lo dicho se corresponde con la verdad.
Violar un juramento puede acarrear una serie de sanciones, según el contexto. Es posible imaginar una sanción moral por faltar al testimonio dado o, directamente, sufrir un castigo civil o penal de acuerdo a la legislación o las normativas vigentes.